Tras varias semanas de ensayo, días de reventarte la garganta hasta que crees que la has perdido para siempre, y equivocaciones a más no poder, llegó el gran día.
Sí, ese gran día en el que sales al escenario. Ese gran día en el que, entre bambalinas, crees que no vas a lograrlo.
Comienzas a caminar por el escenario. Los focos, el murmullo de la gente, las gotas de sudor cayéndote por la frente y el calor corporal que se desprende. Y llega el momento... Se abre el telón, y la música empieza a sonar.
Es la sensación que se tiene cuando se sale al escenario... Una sensación única y maravillosa :)
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